Dos grandes #libros son los culpables
de que por fin haya vuelto a la red. Después de meses sin publicar
ninguna entrada, con trabajo acumulado y sin ideas que me dieran el
empuje, han sido dos lecturas increíbles las que me han traído de
nuevo aquí.
Llamadme loca (seguramente lo esté, un
poco), pero siempre he pensado que los libros eligen a sus lectores
cuando éstos están preparados para la experiencia que les espera.
Tengo “Persépolis” desde febrero, y conozco la obra desde mucho
antes, sabía de su fama y sus buenas críticas, pero me avergüenza
reconocer que nunca me había sentido tentada a leerla hasta este
mes. La obra señaló a la “elegida” y empezó la aventura.
El entorno de la protagonista dista
mucho del mío, seguramente también del tuyo, y su historia nada
tiene que ver con nuestras insulsas vidas, sin embargo, la empatía
se activa, como un mágico conjuro desde la primera página. Esa niña
piensa, actúa y vive como muchos/as de nosotros/as hemos pensado, actuado
o vivido en algunas ocasiones.
El humor, la ironía y esa forma
brillante, tan positiva, de ver la vida, de analizar los
acontecimientos e ir adaptándose a ellos, enamoran desde el
principio. Y en el trasfondo, la compleja historia de un pueblo (una
comunidad de seres humanos con las mismas ganas de ser felices que
tenemos tú y yo) cuyas rutinas cambian de la noche a la mañana por
esos absurdos intereses que desgraciadamente, mueven los hilos del
“mundo civilizado”.
Marjane Satrapi es una mujer increíble,
desprende talento a raudales, escribe, dibuja, pinta, dirige, expone,
y tiene una visión del mundo, la historia, la vida y la política
tan única y personal, que uno no se cansa de conocerla, de
admirarla.
En una de mis clases, un profesor me
dijo que para analizar bien una obra había que conseguir
distanciarse de ella, conocer a su autor/a y su contexto, y a partir
de ahí hacer un ejercicio de análisis impoluto, sin motas
emocionales. Desaparecer en las críticas es algo que nunca
conseguiré, ahora como profesora consigo transmitirlo a mis
alumnos/as, pero lo que ellos/as no saben es que cuando me gusta un
artista o cuando aborrezco a alguien, jamás dejo de implicarme en
mis juicios. Gran defecto, tres años me costó aprobar la
asignatura, el profesor acabó cogiéndome cariño, creo que me
aprobó porque se dio por vencido. Y eso me pasa con Rosa Montero.
Mi admiración por ella no marca una
barrera clara entre lo personal y lo profesional, no sé si me parece
mejor persona que escritora, o viceversa. “Instrucciones para
salvar el mundo” fue el primer libro que leí, “Lágrimas en la
lluvia” uno de mis favoritos, todavía me quedan muchos títulos
por leer. La sigo en la red, cercana, humilde, implicada, la muestra
perfecta de que una prosa bella y personal no está reñida con la
extravagancia o los aires de grandeza. Pues, después de “Persépolis”
le tocó el turno a “La ridícula idea de no volver a verte” qué
libro tan hermoso, sí hermoso, aunque resulte cursi la palabra, es
hermoso, tierno, lleno de reflexiones que obligan a parar la lectura
y dedicar un par de segundos a saborear esas sensaciones tan íntimas
pero a la vez tan universales.
No he leído ni una sola mala crítica del libro, todos son halagos, y no me extraña, Rosa Montero salta de
las páginas al sofá de nuestra casa, se sienta al lado, taza de
café o té en mano, y nos regala preciosas confidencias a la vez que
nos descubre un personaje fascinante e injustamente valorado: Marie
Curie (la única científica, no la única mujer, sino la única
persona en conseguir dos premios Nobel en el ámbito de la ciencia,
la única en la historia que alberga uno en Física y otro en
Química, hecho que, por encima de las disputas de género, debe de
ser más que estimado).
Dos escritoras, dos artistas, una gran
científica, tres inmensas personas, tres historias increíbles y dos
libros que no puedes perderte. Yo, te los #recomiendo, y tú, ya me
cuentas ;)
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